jueves, 23 de noviembre de 2017

NO TAN BARATO ES NUESTRO TRATO


En el mes de noviembre; ya casi vísperas de las fechas navideñas, la gente aprovecha los domingos del fin de semana para hacer una escapada con la familia, los amigos, etc. También son días de recogida de oliva; las llevan a las almazaras y a la vuelta, hacen su parada correspondiente en algún restaurante conocido para celebrar el negocio que acaban de realizar, con una comida a precio de menú del día (pues tampoco hay que abusar), que se paga con el esfuerzo de horas de frio, viento, sol y sudor.

Pero esto que parece lo más normal del mundo se desvirtúa, cuando algunos empresarios de las ambulancias en la Región de Murcia, que llevan seis años manteniendo a sus trabajadores con el salario congelado, y en algunos casos hasta con descuelgues salariales de convenio, (Lo que puede representar una pérdida de poder adquisitivo en torno a 1.300€ en congelación salarial y de 900€ en antigüedad) reparten en forma de "limosnas de menú para esclavos", convidadas chabacanas, cuando en esos seis años, nos han dejado de pagar y ellos se han ahorrado, en torno a 2.000.000€  (dos millones de euros, sin contar con al ahorro en costes sociales, un 33% más o lo que es lo mismo, unos 680.000€); es decir, más de 330 millones de las antiguas pesetas en salario y más de 110.000€ en gastos sociales.

Imaginamos que el ágape que las empresas murcianas del sector ofrecieron a sus empleados el 19 de noviembre de 2017 no llegó a costar dos millones de euros; porque la digestión sería bastante lenta. Para aquellos trabajadores que acudieron libremente, debieron preguntarle entre copa de vino y gambas a sus patronos: ¿Dónde están nuestros dos millones de euros? Cuando obtengan la respuesta, ya podrán irse a sus casas a descansar sabiendo que este mes, o el que viene, les costará llegar a fin de mes. Eso sí... con la barriga agradecida sólo por un día.

Mientras tanto, seguimos esperando a que las empresas murcianas se sienten a negociar el III Convenio, ya comeremos nosotros y pagaremos el menú... pero con nuestra familia al lado.
Comida a escondidas, donde tan solo unos pocos fueron invitados; tal vez tendrían miedo de que alguien les preguntara: ¿Dónde está mi dinero?

 


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