Desde hace demasiado tiempo, los/as trabajadores y trabajadoras de este país, nos venimos haciendo algunas preguntas respecto al futuro de la clase obrera. Llamarnos "clase", nos puede llegar a entender en ciertos casos, que hemos logrado establecer algún mimbre donde sentar las bases de un movimiento comprometido y solidario, un movimiento que haya establecido unos cimientos solidos donde siempre nos podamos apoyar a la hora de las reivindicaciones justas, que debemos defender en tanto a los logros del pasado, como a los que nos quedan por abordar, y que esta semana pasada, con la celebración masiva del 8 de marzo, y las movilizaciones de los pensionistas, nos puede orientar en las aspiraciones que debemos abordar.
Siendo algo prácticos, y sin caer en demagogias baratas, sabemos que hemos perdido algo importante; más de lo que nos pensamos, y es, esa capacidad de discernir entre la verdad o la mentira que nos cuentan, lo importante y lo que verdaderamente importa, para no eliminarlo definitivamente. Y lo que en somera conclusión llegamos a poder pensar es, que hemos perdido, o dejamos adormilada con sumisa complacencia sobre la "silla eléctrica del olvido", las cosas que realmente importan. Es evidente, la lenta contaminación en parte, a la que han llevado a la clase trabajadora, y de aquellos que "representaban" y se sentían como poseedores de la verdad más absoluta, cuando realmente se hallaban encalando las paredes que los envolvían con papel celofán.
Cuando los/as trabajadores/as de este país, dejamos que otros tomen las decisiones por nosotros/as, simplemente abandonamos la total responsabilidad de los actos cotidianos, para que otras manos y otras bocas opinen. Y la pregunta que debemos hacernos es: ¿Es esa mi opinión? ¿Es esa mi decisión? Tal vez, no lo sea; o tal vez sí lo sea, o con matices. Pero lo que tenemos que tener en cuenta es, que "yo" no he opinado, serán otros, y esa situación, debe reactivar nuestra participación en las soluciones sociales, porque esas decisiones, influirán en nosotros primero, y luego en las generaciones futuras que dirán u opinarán sobre nuestros actos. Por lo tanto, hay que ser valientes, romper ataduras y exigir lo que nos corresponde, ni más ni menos porque es muy importante.
Las anteriores reflexiones, nos hacen llegar a otro estadio, y ese es el de la degeneración que el sentirse en el poder, o con poder, puede hacer llegar a aquellas personas que creyeron hablar en nombre de otras y al final, se convierten en muñecos del poder, marionetas que son manejadas y que nos quieren manejar, hacer callar, o cubrirnos con miedo, inyectarnos ignorancia e inmundicia mental, con tal de tenernos bajo su control, tal como en el video clip de Pink Floyd, Another Brick In The Wall: https://www.youtube.com/watch?v=8RM7n81zzs8
Pues bien, nosotros y nosotras no somos marionetas, hay que decirlo bien claro. No vamos a dejarnos corromper y manipular por los de siempre: las clases oligarcas, que con sus políticas neoliberales tan solo buscan arrinconar a los que luchamos y hemos luchado contra viento y marea, sufriendo todo tipo de presiones que no han logrado llevarnos a su orilla, lo que simplemente nos abocaría al desmantelamiento de nuestros derechos laborales; aquellos por los que hace años, muchos compañeros y compañeras lucharon para que hoy los disfrutemos, y que algunos deberían esconderse bajo una alfombra cuando hablan de defender a los/as trabajadores/as.
Las masivas manifestaciones en la calle la semana pasada en defensa de los derechos de la mujer, las pensiones de nuestros abuelos y abuelas, nos tiene que hacer recapacitar. No puede ser que sigamos en un momento de indolencia general mirando la televisión sin hacer nada, porque la revolución está ahí fuera, nos está esperando, y nosotros/as no podemos quedarnos al margen. Somos parte del movimiento social de este país, y llevamos varios años aportando con nuestro sacrificio personal y familiar, a la recuperación. Ahora nos toca a nosotros y nosotras, recibir el estimulo por el que nos sacrificamos, y que dejamos pactado en la congelación salarial del 2012.
No queremos más inyecciones de miedo. No nos asusten más "señores del terror" y sus acólitos, hemos crecido y ya no somos unos niños en el patio del colegio esperando la hora del recreo. Mientras no nos sepan respetar, no estarán en condiciones de darnos lecciones. El miedo no nos hace ya mella; en todo caso, deberá ser asumido por quienes sí pueden marcharse, porque los trabajadores y trabajadoras, continuaremos aquí. Pasaron los "días de escuela" https://www.youtube.com/watch?v=kkMcqt5o0Hk&list=RDkkMcqt5o0Hk#t=2
C. U. T.